viernes, 4 de febrero de 2011

ANA FRANK

Ana Frank es sin duda el personaje histórico que más ha contribuido a conservar el triste recuerdo del holocausto que representa una de las mayores atrocidades de la historia de la humanidad. Su testimonio sirve para conocer los horrores del nazismo en toda su dimensión y dureza.
Ana Frank nació en Alemania en 1929 y perteneció a una familia judía que se exilió en Holanda al comenzar las persecuciones nazis. Fue la segunda hija de Otto Frank y Margot Frank.Tuvo una hermana mayor, Margaret Frank.A los 13 años empezó a escribir un diario.
El 9 de julio de 1942, la familia se mudó al escondite preparado y su antiguo apartamento fue dejado en desorden para hacer pensar que fue abandonado de manera súbita. El particular escondite se encontraba ubicado en las oficinas donde trabajó su padre, situado en un viejo edificio en el Prinsengracht, un canal en el lado occidental de Ámsterdam y cuya puerta estaba escondida tras una estantería.
En el primer nivel había dos pequeñas habitaciones, con un baño adjunto sobre el que se encontraba una gran habitación, con otra más pequeña adjunta. De esta habitación pequeña se subía hacia el ático
Los compañeros de trabajo de Otto fueron el único contacto entre el exterior y los ocupantes de la casa, y los mantenían informados de las noticias de la guerra y de los eventos políticos. Eran también los proveedores de todo lo necesario para la seguridad y supervivencia de la familia.
A finales de julio, se les unió la familia van Pels (Van Daan) : Heremann, Auguste, y Peter de 16 años, y más tarde en noviembre llegó Fritz Pfeffer (Albert Dussel), dentista y amigo de la familia. En su diario Ana escribió sobre lo bueno que era tener otras personas con quién hablar, pero las tensiones rápidamente se presentaron en este grupo de personas con que debían compartir confinados este escondite. Luego de compartir su habitación con Pfeffer, Ana terminó por considerarlo insoportable, y se peleó con Auguste van Pels,a quien consideraba fuera de sus cabales. Su relación con su madre se hizo difícil también y Ana escribió que sentía tener poco en común con ella por ser su madre demasiado abstraída. Aunque algunas veces discutió con, su hermana, Margot, escribió sobre un lazo inesperado que se había desarrollado entre ellas. Aunque a quien se sentía más cercana era a su padre. Ella cuenta como solamente confiaba en su padre, le contaba todos sus problemas ya que se sentía más cómoda con el que con su madre. Para ella su padre era un buen ejemplo de hombre.
A falta de una “amiga del alma”, según Anne, le escribía a su diario como si estuviera dirigiéndose a una amiga, llamaba Kitty El comienzo del diario habla de su vida normal, detalles de cómo era el colegio y su relación con sus amigos. Luego, en el periodo en el qué se instaló en la casa de atrás, habla de su adaptación al escondite y a sus compañeros.
Ella va contando su experiencia día a día. La mayoría de las jornadas le resulta excesivamente fastidiosa, en aquel escondite no encuentra nada que hacer, pero algunos otros días relata, se los pasa llorando en su habitación ya que el encierro hace decaer su estado de ánimo. El mal humor, también era algo bastante normal en el escondite, el estado en el que vivían hastiaba a la mayoría de las personas. Por esta razón, los ocho judíos allí ocultos, no entablaron una relación de amistad, simplemente coexistían en el mismo espacio y procuraban hacer una vida lo más normal posible.
Después de un año en la Casa de atrás, Ana se hizo ciertamente amiga de Peter. Detalla en su diario un cierto enamoramiento entre los dos jóvenes, cuenta como la mayoría de las noches se las pasaron en la habitación de él, mirando por la ventana las estrellas y la luna. Esos fueron los momentos más felices que Ana describió durante su estancia en el escondite.
Después de más de dos años, un informador holandés que nunca fue identificado, guió a la Gestapo a su escondite. Los inquilinos fueron introducidos en camiones y trasladados para someterlos a interrogatorios. Llevaron a los miembros de la casa a un campo en Westerbork. Siendo aparentemente un campo de tránsito por el que hasta ese momento habían pasado más de 1000.000 judíos, el 2 de septiembre el grupo fue deportado en el que sería su último traslado desde Westerbork hasta el campo de concentración de Auschwich. Tras tres días de viaje llegaron a su destino, y los hombres y mujeres fueron separados según su sexo, para no volver a verse más.
Después de permanecer durante un tiempo en los campos de concentración de Westerbork y Auschwitz, Ana y su hermana mayor, Margot, fueron deportadas a Bergel-Belsen, donde ambas murieron durante una epidemia de tifus a causa de las malas condiciones de higiene en que se encontraban, entre finales de febrero y mediados de marzo de 1945.
Su padre, Otto Frank, fue el único de los ocho judíos escondidos en aquel anexo de oficinas que sobrevivió a los campos de concentración. Cuando regresó a Ámsterdam fue informado del fallecimiento de su esposa y del traslado de sus hijas a Bergen-Belsen, quedando con la esperanza de que lograran sobrevivir. En julio de 1945, la cruz roja confirmó sus muertes y fue sólo entonces cuando Miep Gies, una de las personas que les había ayudado durante su estancia en el escondite, le entregó el diario que su hija había escrito mientras estuvieron allí.
Tras leerlo, Otto comentó no haberse dado cuente de cómo Ana había mantenido un registro tan exacto y bien escrito de su estancia juntos. Tratando de cumplir póstumamente el deseo de Ana expresado en el Diaria de convertirse en escritora, decidió intentar publicarlo. Al preguntárle muchos años después sobre su primera reacción, repondió sencillamente: “Nunca supe que mi pequeña Ana era tan profunda”.
Cada día miles de personas visitan la casa de Ana Frank en Ámsterdam.