
Amaneció el 10 de septiembre de 1898 en la ciudad de Ginebra. Dos mujeres salían ausentes de copiosa escolta del hotel Beau Rivage en dirección al embarcadero donde tienen planeado tomar un vapor destino Territet. Estas dos mujeres son la emperatriz de Austria Elisabeth de Wittelsbach, popularmente Sissí, acompañada de la condesa Sztaray.
El embarcadero a orillas del lago Leman se estaba llenando de público. Quién iba a pensar que aquel día, un simplemente día soleado de septiembre, se iba a producir una tragedia.
De entre la multitud, un hombre tuvo un encontronazo con la emperatriz, que iba más adelantada que su acompañante. La emperatriz cayó al suelo, pero se levanto rápidamente insistiendo en que no tenía lesiones, sino perplejidad por el imprevisto y decide seguir con su camino a pesar de los avisos de volver al hotel. La emperatriz tenía la cara congestionada, pero no se temía nada importante.
Una vez en la embarcación Sissí comenzó a sentirse mal y su rostro había empalidecido alarmando a los allí presentes. Después, se quejó de un dolor en el pecho. Le desabrocharon el corpillo, descubriendo una pequeña mancha de sangre, no más grande que el contorno de una moneda, a la altura del corazón.
Alertado el capitán, se decide volver a puerto para desembarcarla. Es trasladada a la habitación del hotel en la que había pasado la noche y pasadas no más de dos horas fallece. Tenía 60 años e iba a cumplir 61.
La causa de su muerte había sido una herida en el corazón, causada por un objeto punzante, un estilete. Este estilete había sido clavado en el embarcadero, durante el encontronazo por un anarquista llamado Luigi Lucheni.
Luigi Lucheni era un obrero italiano, en aquel momento dedicado a la construcción del edificio de correos de Lausana. Nacido en 1873, era hijo de una modesta criada italiana y padre desconocido. La madre se fue de Italia para ocultar este suceso y lo dejó en un orfanato. Puede decirse, por tanto, que tuvo un crecer difícil e infortunado. No tenía estudios y nunca llegó a trabajar más que de obrero. Luego se alistó en el ejército italiano durante 3 años, hasta que se estableció en Suiza, que era lugar de refugio para exiliados políticos de Europa.
Acogió el anarquismo, que defendía la abolición de toda autoridad, jerarquía y formas de control social, que las considera opresoras y despreciables, especialmente las instituciones capitalistas, que afectaba desfavorablemente a las clases más desvalidas.
Lucheni estaba registrado por la policía, aunque no se consideraba peligroso. Es posible que antes de clavar su estilete, Lucheni levantó ligeramente la sombrilla que llevaba Elisabeth. Cuando le preguntaron el porqué, respondió: “Debía asegurarme que era ella, no hubiera podido soportar matar a una criada inocente”, indicio anárquico.
Este hombre no tenía nada en contra de la emperatriz ni del país al que representaba, Austria. Su actitud fue de protesta ante una nobleza que oprimía a una clase obrera que casi moría de hambre en una sociedad pre-industrial y en la cual estaban apareciendo movimientos socio-políticos del siglo XXI. No searrepintió de su acción. Solamente al final de su juicio pareció inquietarse cuando el juez contó que era una mujer que se sentía desgraciada, diciendo “Yo creía haber matado a una persona que vivía en una felicidad insolente”.
Al parecer, la emperatriz que se presenta en películas no hacen juicio a la realidad. Era una mujer que vivía obcecada por su delgadez, algo que afectó a su salud y a su carácter.
Casada desde los 16 años con el Emperador Francisco José, a los 25 años Sissí empezó a obsesionarse con su figura que quería mantener perfecta. Con su estatura de 1,72m, no superó los 50 kg. Su suegra, la archiduquesa Sofía, intentaba moderar a esa adolescente incapaz de aprenderse las reglas del protocolo, y no se acostumbraba a vivir con damas de honor y doncellas de compañía, que apenas le dejaban intimidad. “Si uno no puede ser feliz a su manera, no le queda más remedio que amar su desgracia” confesó.
Como en Suiza no existía, ni existe, la pena de muerte Lucheni fue condenado a cadena perpetua, durante la cual fue mostrando signo de agresividad seguidos de un desequilibrio psíquico que derivó en su suicidio por ahorcamiento el 19 de octubre de 1910, según la versión oficial.
El cuerpo de la emperatriz se trasladó a Viena, donde fue enterrado en la Cripta imperial o Kaisergruft,en la iglesia de los Capuchinos en vez de su palacio de Corfú, el Achileion donde deseaba recibir sepultura realmente, tal como indicó en su testamento. La Cripta Imperial de Viena o Cripta de los Capuchinos fue desde 1633 el principal lugar de sepultura para los emperadores hereditarios del Sacro Imperio Romano Germánico y sus descendientes. Esta cripta se encuentra bajo la Iglesia de los Capuchinos situada en la plaza del Neuen Markt, cerca del Palacio Imperial de Hofburg. Está formada por un conjunto de salas subterráneas, que se fueron ampliando desde 1622 hasta 1909, en las que se guardan los sarcófagos y las sarcófagos de 146 miembros de la casa de Habsburgo, de los cuales 12 emperadores y 19 emperatrices y reinas más algunas urnas que contienen los corazones o los restos incinerados de otros cuatro. Entre los casi 150 sarcófagos de la cripta, algunos de los más destacados son el de María Teresa o los de Francisco José I, el último emperador sepultado aquí, y la Emperatriz Sissí que, después de su asesinato, su fama y su mito empezaron a crecer, y la imagen real de Sissí se vio transformada y mitificada.