Es conocido como el genio
en la sombra, cuyas magníficas ideas, adelantadas a su tiempo, no fueron valoradas como se
debía hasta mucho después de su fallecimiento.
El número de inventos e
ideas, patentadas o no, por Tesla a lo largo de su vida (unas setecientas) le
convierten en uno de los cerebros más
visionarios y capaces de la Historia. Su enorme intuición le hizo
entrever muchas líneas de investigación, artefactos y conceptos que solo con el
paso del tiempo han empezado a explorarse, y que ofrecen un sorprendente grado de
acierto, como si el futuro se esforzase en parecerse al que él imaginaba.
El Tribunal Supremo de los
Estados Unidos otorgó a Tesla la patente de la radio (post-mortem). Esto
obviamente no le compensó por el hecho de tener que ver cómo se le entregaba el
Premio Nobel a otro hombre, por el invento que él había creado, unos años
antes.
Tesla había registrado una
serie de patentes que resultaron cruciales para que Marconi pudiera transmitir,
en 1901, la primera señal radiofónica transatlántica, que fue la letra “S”. En
1943, y como consecuencia de la controversia que rodeó la paternidad del
invento de la radio, el Tribunal Supremo reconoció que Marconi había pirateado
las patentes de Tesla para crear su prototipo, y le negó todo derecho sobre el
invento para otorgárselo a Tesla (algo que, como he dicho, no pudo disfrutar
puesto que llevaba varios meses muerto).
Pero el daño de Marconi
puede que haya ido más allá. Tesla había iniciado la construcción de una red
que cubría todo el planeta enviando grandes cantidades de energía a cualquier
parte del globo, a un coste verdaderamente reducido. Un sistema que además
permitía la transmisión de mensajes, imágenes y sonido, en una cobertura
general. El primer escalón de esta obra era la torre Wardenclyffe, cuya
construcción inició en Long Iland, en 1901, con financiación del poderoso J.P.
Morgan. Pero el proyecto nunca se culminó, ya que Morgan dejó de financiar el
proyecto, supuestamente desalentado al pensar que Marconi se les había
adelantado. Es posible que el ideal de Tesla de llevar energía gratuita a todas
las personas tampoco ayudara a motivar al financiero.
Tesla, de origen serbio,
había puesto muchas esperanzas en que cuando llegase a América llegaría a
trabajar con el gran Thomas Edison, pero la experiencia resultó breve y
catastrófica.
Edison era llamado “el mago
de Menlo Park” porque en 1882 había causado sensación al ser capaz de iluminar
el primer edificio en un barrio elegante. Los hombres más destacados de la
ciudad hacían cola para que les instalaran la nueva luz; pero el sistema
desarrollado por Edison, basado en la corriente continua, ofrecía serias
limitaciones para el transporte de la electricidad. Precisaba que una tupida
tela de araña de cables se extendiese sobre las cabezas de los transeúntes, y
bajo sus pies. En la prensa hacían chistes sobre la imposibilidad de que el sol
llegase a tocar las aceras, sepultadas bajo grandes cables… Para colmo, había
que instalar, cada poca distancia, unas plantas generadoras que insuflaran
potencia a una corriente que apenas cubría unas pequeñas manzanas. Los vecinos
se quejaban del excesivo ruido y los malos olores de los generadores; de la
cantidad de gatos callejeros que buscaban el calor del generador para dormir y
de “pequeños contratiempos” como el incendio de una biblioteca a causa de un
defecto de la instalación.
Edison aún no había aceptado
que la corriente continua, en la que los electrones se mueven siempre en la
misma dirección, despilfarraba mucha energía en forma de calor, y nunca podría
servir de verdadera alternativa para cubrir grandes superficies.
En cambio Tesla fue un
visionario que supo ver las infinitas posibilidades que el electromagnetismo
ofrecía. Toda corriente de energía eléctrica que pasa por un cable crea un
campo magnético: si enrollamos el cable, el campo magnético aumenta. Todos los
motores se basan en los campos magnéticos rotatorios. A partir de ahí, Tesla
inventó y perfeccionó el motor de corriente alterna, que es el más eficiente de
los motores eléctricos que se utilizan hoy en día en trabajos de alta potencia.
Por ejemplo, los motores de los coches eléctricos o los motores de las máquinas
de la mayoría de las fábricas.
Su
comprensión de la corriente alterna le permitió inventar el sistema de
distribución de la corriente alterna polifásica, que es el sistema que se
utiliza en la
actualidad para llevar
energía eléctrica a las fábricas y a nuestros hogares. Gracias a sus inventos
se pudo crear la primera gran central hidroeléctrica del mundo, en las
Cataratas del Niágara, capaz de suministrar energía a un quinto de la población
estadounidense al poco tiempo de su inauguración, en 1896.
Lo más asombroso es que ya
de niño, al ver un grabado de las cataratas del Niágara, se había imaginado una
gran rueda girando bajo la fuerza del agua…
Tesla creció marcado por la
muerte prematura de su hermano, cuya genialidad sorprendió a todos los que le
conocieron y cuya pérdida sus padres nunca superaron. Tesla le calificaba de
verdadero genio: “dotado de cualidades extraordinarias, uno de esos raros
fenómenos de la mente que la investigación
biológica no ha logrado explicar”.
Su madre era una mujer con
un gran talento y un valor y fortaleza increíbles.
Invento y construyó todo
tipo de herramientas y dispositivos. Ella misma plantaba las semillas,
cultivaba las plantas y separaba la fibras, para después elaborar los tejidos
más finos. Era obra suya gran cantidad de la ropa y del mobiliario de la casa.
Su padre, una persona con una gran vocación clerical, era un hombre muy
erudito, un auténtico filósofo natural además de poeta y admirado escritor.
Dotado de una gran memoria, recitaba interminables obras en diversas lenguas, y
bromeaba diciendo que si alguno de los clásicos se perdía el podría
recuperarlo.
Durante su infancia sufrió
de unas apariciones de imágenes que le nublaban la visión de la realidad.
Siempre se trataba de recuerdos, imágenes de escenas y objetos que había visto
previamente. Cuando se le decía una palabra, la imagen del objeto que se
designaba se le aparecía tan vívidamente ante la vista que en ocasiones no le
permitía diferenciar lo real de lo que no era tangible. No tardó mucho en
encontrar una solución, que consistía en concentrarse en el recuerdo de
cualquier otro objeto que hubiese visto. Así poco a poco la imagen que le
obsesionaba se iba desvaneciendo. Pero debido a que tenía que estar evocando
constantemente nuevas imágenes pronto se le acabaron todas las que estaban a su
servicio, ya que solo disponía de los objetos que había en su casa y su entorno
inmediato. Así fue como empezó a viajar a lugares inventados y a conocer a
personas imaginarias, que le eran tan apasionantes y queridas como las reales.
Y así fue como desarrolló una gran capacidad de visualización, ya que al
principio sus imaginaciones eran borrosas pero tras largo tiempo empezaron a
ganar fuerza y definición. Tesla consideraba una pérdida de tiempo, dinero y
energía la puesta en práctica de una idea rudimentaria; ya que él realizaba la
construcción, hacía mejoras, desarrollaba y perfeccionaba el concepto en su
imaginación. Para él era irrelevante si el dispositivo estaba funcionando en el
taller o en su mente; de manera que cuando construía algo ya había previsto
cualquier fallo y ya lo había arreglado, con lo que sus inventos siempre
funcionaban a la primera.
La persona de Nikola Tesla
debería ser rescatada del olvido, y dejar de ser juzgada por sus
“excentricidades”, para sacar provecho de las infinitas oportunidades que nos
ofrece su inteligencia extraordinaria.
El propio Tesla, ante la
comprensión y el aislamiento al que le sometieron sus contemporáneos, dijo una
vez: “el presente es suyo, el futuro es mío”.