El batallón de reserva 250 , apodado
como ``Tía Bernarda´´ era una de las mejores unidades de la División Azul. Este
batallón estaba compuesto en su mayor parte por tropas de Regulares y de la
Legión. De su experiencia en la guerra civil, estos duros profesionales
conocían muy bien la potencia y calidad de las armas rusas.
El 1 de julio de 1941 comienza a
organizarse el Batallón de Melilla y el 7 de julio el batallón recibe orden de
embarcarse en el vapor Castillo de Peñafiel rumbo a Algeciras, así empezaría un
viaje de más de cuatro mil kilómetros hasta el corazón de Rusia. El 17 de julio
la fuerza llega a Hendaya donde proceden al transbordo al tren Alemán. El 22 de
julio el batallón llega al Campamento de Grafenwöhr donde serán sometidos a
ejercicios, maniobras y una dura instrucción que les permita familiarizarse con
las tácticas y armamento de la Wehrmacht.
Con el ejército alemán a las puertas de
Moscú, tal parecía que no les daría tiempo a entrar en combate. El día 31 de
julio de 1941 toda la División Azul es trasladada al Campamento militar de
Kramenberg para prestar el juramento a Hitler como jefe supremo del ejército
alemán. El día 24 de Agosto el batallón recibe oren de tomar el tren a las seis
y media de la mañana con destino al frente este y el 27 de agosto llegan a
Suwalky (Polonia). Comienza la larga marcha de la División por el corazón de
Europa en la que recorrerán más de mil kilómetros cargados con la
``impedimenta´´(unos cuarenta kilos) con jornadas de hasta cuarenta kilómetros
al día.
Hitler para ponerles a prueba, les hizo
emprender una marcha de mil kilómetros a aquellos ``indisciplinados y ruidosos
españoles´´desde Suwalki en Polonia pasando por Vilna, Molodeschno, Minsk y
Orscha. Dejaron a lo largo del recorrido hombres hospitalizados y gran número
de caballos muertos, después de cuarenta días de marcha con jornadas de 25 y 30
kilómetros, sin calzado de repuesto y formando filas de muchos kilómetros de
longitud a lo largo de su, aún hoy, incomprensible marcha, hasta alcanzar la
ciudad rusa de Vitebsk.
El 5 de Octubre la Tía Bernarda llega,
después de treinta y nueve días de marcha, a Vitebsk. El tren que les espera
para llevarlos a Nóvgorod, en el frente de Leningrado, será para muchos de
ellos el tren de la muerte.
El 12 de Octubre la fuerza es
desembarcada en Nekochowa y el día 18 el batallón llega a Nóvgorod, la ciudad
de las cúpulas doradas, en pleno frente del río Volchow (Voljov).
El primer frente asignado a la División
Azul cubría unos 40 kms de terreno pantanoso y bosques, más algunos centros de
población, con malos caminos díficilmente transitados por los vehículos de
tracción mecánica. La principal vía de comunicaciones era la carretera de
Schmisk a Leningrado, más la vía férrea que enlazaba con la que unía Leningrado
y Moscú.
Frente a ellos se encontraba el 59
Cuerpo del Ejército Ruso y la 25 División. La División Azul recibe orden de
atacar: hay que cruzar el río.
El día 28 la Tía Bernarda cruza el
Voljov y toma por las armas la localidad de Dubrovka. A pesar de las numerosas
bajas y de la enconada resistencia del enemigo la ofensiva es un éxito. Los
aproximadamente 100 supervivientes rusos se rindieron.
Hasta aquí todo marchaba sobre ruedas
hasta que el 29 de Octubre se recibió la orden de tomar los Cuarteles de
Muraveskia. El asalto concluyó en un desastre, hasta el punto de que las
versiones sobre quién ordenó el ataque son contradictorias.
El comandante de la Tía Bernarda, ya
con el ánimo inflamado de lucha, quería atacar aquel punto fuerte de inmediato
pero había rebasado ya el objetivo que tenía asignado y decidió atrincherarse.
Observando con los prismáticos, el comandante vigilaba el cuartel de
Muravevskiia. Distinguía la estructura principal a unos 2 kilómetros de distancia
y no parecía haber señales de movimiento. Parecía abandonado.
La orden del coronel Esparza de mejorar
posiciones fue interpretada muy ampliamente por el comandante de Tía Bernarda,
intentando el asalto directo. A medianoche Tía Bernarda atacó con la mala
suerte de que la percepción de el comandante de que estaba abandonado era
equivocada ya que había rusos por todas partes, habían estado atrincherados
cerca del cuartel con armas automáticas.
Pese a todo Tía Bernarda atacó con
valentía zigzagueando por los campos de minas. La legión porfió una y otra vez.
Era ya media tarde, habían caído los capitanes y la mayoría de los tenientes.
Reuniéndose para hacer un intento postrero, un puñado de legionarios cargó
contra el núcleo principal del cuartel. Mandados por el último oficial, los
supervivientes se lanzaron en vano contra los muros de Muravevskiia.
El coronel Esparza ordenó el alto al
ataque y los exhaustos legionarios se replegaron. Tras un descanso y tras
reflexionar sobre la increíble valentía de los soldados, el coronel preguntó si
tomarían el cuartel ayudados por los Stukas (aviones de ataque a tierra) y el
último oficial respondió con una afirmación. Se lanzaron nuevamente contra el
cuartel pero sería un ataque suicida ya que los Stukas nunca llegaron.
La flota aérea tenía ya bastantes
problemas tratando de apoyar el asalto principal a Tikhvin.
Finalmente los escasos legionarios que
sobrevivieron se retiraron y se estableció una línea en una colina al sur de
Dubrovka.