El 24 de mayo de 1940, a medio día, se pararon los carros de combate alemanes a las puertas del último reducto aliado en Francia: Dunkerque. Se han barajado varias teorías para justificar esta decisión, errónea como luego se demostraría.
La más extendida es que debido a la limitada capacidad estratégica de Hitler, cuando tomó el mando de la situación, decidió parar el avance de las tropas tomando una decisión que luego resultaría un fallo clamoroso. También se dice que Göering, deseoso de cosechar toda la gloria de la victoria sobre Francia, pidió que fueran sus aviones de la Luftwafe el remate de la faena. Y otros historiadores dicen que fue el jefe del grupo de Ejércitos A, von Rundstedt, quien ordenó hacer un alto para reorganizar sus acorazados que en ese momento estaban muy dispersos, desorganizados y menguados en número.
Ese mismo 24 de mayo hablaron Rundstedt y Hitler y el aquel le expuso al Führer el cansancio de sus fuerzas, las dificultades del terreno para las operaciones de los carros y el peligro de un contraataque aliado. Le propuso cambiar el plan: en un primer momento habría sido el grupo de Ejércitos A el que actuaría como martillo desde la izquierda y el grupo de Ejércitos B habría actuado como yunque desde la derecha; la propuesta de Rundstedt consistía en cambiarse los papeles con el grupo de Ejércitos B y realizar el ataque desde la derecha hacia la izquierda siendo el grupo de Ejércitos B comandado por von Bock (con las tropas más frescas) el que actuaría de martillo y el cansado grupo de Ejércitos A el que actuaría como yunque. Hitler aceptó.
En Berlín hubo indignación. Halder anotó en su diario lo siguiente: ”[…] es un cambio completo en nuestro plan. Yo quería hacer del grupo de Ejércitos A el martillo y del grupo de Ejércitos B el yunque . ahora el B será el martillo y el A el yunque. Pero el grupo de Ejércitos B tiene ante si un frente sólido, su avance será lenti y sus pérdidas elevadas. La aviación en la que ponen todas las esperanzas depende del tiempo. Este cambio conduce a un esfuerzo que moviliza más energía que el plan de operaciones. No obstante la batalla se ganará por este medio o por el otro […].”
Naturalmente, su plan resultó tan negativo que Rudstedt jamás reivindicó su autoría. Dos días después de tomar esta decisión, visto el error con claridad y la magnitud de este, una vez que los carros de combate alemanes estuvieron reagrupados Hitler dio la orden de proseguir el avance, pero se habían perdido dos días cruciales.
Esas 48 horas permitieron la aplicación de la Operación Dinamo y de la consiguiente evacuación de lo poco que quedaba de las tropas aliadas apostadas en Francia. Esta operación nació el 19 de mayo, cuando Gort comprendió definitivamente que la batalla de Bélgica estaba perdida y que, tal y como iban las cosas, su repliegue hacia Francia era muy problemático. Pensó entonces en la posibilidad de sacar al BEF ( Ejército Expedicionario Británico ) por el mar, desde los puertos del Canal de la Mancha.
Hasta el día 24, Gort se mantuvo a la expectativa del proyectado contraataque hacia el sur, pero la inoperancia francesa y la presión que el grupo de Ejércitos B hacía desde el norte le obligaron a replegarse hacia la costa y Londres, que había aprovechado esa semana para disponer los medios de evacuación, dio la orden de comenzar la operación Dinamo el 26 de mayo.
Afortunadamente para los aliados, el parón de los ataques alemanes les dieron unos 50 km de costa y tiempo para reforzar las paredes de la bolsa. Cuando los alemanes reanudaron su ataque hallaron enfrente una resistencia organizada, una feroz voluntad de aguantar las posiciones y un terreno nada apropiado para las maniobras de los carros de combate de grandes dimensiones.
Nadie duda que sin el frenazo del día 24, el 25 los alemanes hubieran estad en Dunkerque y la Operación Dinamo, que consiguió sacar a unos 224.000 soldados británicos y a 100.000 aliados dejando a 40.000 soldados franceses en tierras belgas, habría fracasado y esto habría supuesto un fuerte mazazo para Inglaterra que se quedaba sola con una Francia totalmente desorganizada y a la que tan solo le quedaba esperar la entrada de las tropas alemanas en París y el posterior desfile alemán y aunque estos hechos sucedieron igualmente esos 224.000 soldados que se salvaron en Francia pueden haber significado la diferencia entre la victoria o la derrota inglesa en la batalla de Inglaterra.
La más extendida es que debido a la limitada capacidad estratégica de Hitler, cuando tomó el mando de la situación, decidió parar el avance de las tropas tomando una decisión que luego resultaría un fallo clamoroso. También se dice que Göering, deseoso de cosechar toda la gloria de la victoria sobre Francia, pidió que fueran sus aviones de la Luftwafe el remate de la faena. Y otros historiadores dicen que fue el jefe del grupo de Ejércitos A, von Rundstedt, quien ordenó hacer un alto para reorganizar sus acorazados que en ese momento estaban muy dispersos, desorganizados y menguados en número.
Ese mismo 24 de mayo hablaron Rundstedt y Hitler y el aquel le expuso al Führer el cansancio de sus fuerzas, las dificultades del terreno para las operaciones de los carros y el peligro de un contraataque aliado. Le propuso cambiar el plan: en un primer momento habría sido el grupo de Ejércitos A el que actuaría como martillo desde la izquierda y el grupo de Ejércitos B habría actuado como yunque desde la derecha; la propuesta de Rundstedt consistía en cambiarse los papeles con el grupo de Ejércitos B y realizar el ataque desde la derecha hacia la izquierda siendo el grupo de Ejércitos B comandado por von Bock (con las tropas más frescas) el que actuaría de martillo y el cansado grupo de Ejércitos A el que actuaría como yunque. Hitler aceptó.
En Berlín hubo indignación. Halder anotó en su diario lo siguiente: ”[…] es un cambio completo en nuestro plan. Yo quería hacer del grupo de Ejércitos A el martillo y del grupo de Ejércitos B el yunque . ahora el B será el martillo y el A el yunque. Pero el grupo de Ejércitos B tiene ante si un frente sólido, su avance será lenti y sus pérdidas elevadas. La aviación en la que ponen todas las esperanzas depende del tiempo. Este cambio conduce a un esfuerzo que moviliza más energía que el plan de operaciones. No obstante la batalla se ganará por este medio o por el otro […].”
Naturalmente, su plan resultó tan negativo que Rudstedt jamás reivindicó su autoría. Dos días después de tomar esta decisión, visto el error con claridad y la magnitud de este, una vez que los carros de combate alemanes estuvieron reagrupados Hitler dio la orden de proseguir el avance, pero se habían perdido dos días cruciales.
Esas 48 horas permitieron la aplicación de la Operación Dinamo y de la consiguiente evacuación de lo poco que quedaba de las tropas aliadas apostadas en Francia. Esta operación nació el 19 de mayo, cuando Gort comprendió definitivamente que la batalla de Bélgica estaba perdida y que, tal y como iban las cosas, su repliegue hacia Francia era muy problemático. Pensó entonces en la posibilidad de sacar al BEF ( Ejército Expedicionario Británico ) por el mar, desde los puertos del Canal de la Mancha.
Hasta el día 24, Gort se mantuvo a la expectativa del proyectado contraataque hacia el sur, pero la inoperancia francesa y la presión que el grupo de Ejércitos B hacía desde el norte le obligaron a replegarse hacia la costa y Londres, que había aprovechado esa semana para disponer los medios de evacuación, dio la orden de comenzar la operación Dinamo el 26 de mayo.
Afortunadamente para los aliados, el parón de los ataques alemanes les dieron unos 50 km de costa y tiempo para reforzar las paredes de la bolsa. Cuando los alemanes reanudaron su ataque hallaron enfrente una resistencia organizada, una feroz voluntad de aguantar las posiciones y un terreno nada apropiado para las maniobras de los carros de combate de grandes dimensiones.
Nadie duda que sin el frenazo del día 24, el 25 los alemanes hubieran estad en Dunkerque y la Operación Dinamo, que consiguió sacar a unos 224.000 soldados británicos y a 100.000 aliados dejando a 40.000 soldados franceses en tierras belgas, habría fracasado y esto habría supuesto un fuerte mazazo para Inglaterra que se quedaba sola con una Francia totalmente desorganizada y a la que tan solo le quedaba esperar la entrada de las tropas alemanas en París y el posterior desfile alemán y aunque estos hechos sucedieron igualmente esos 224.000 soldados que se salvaron en Francia pueden haber significado la diferencia entre la victoria o la derrota inglesa en la batalla de Inglaterra.